La Amenaza Universal: donde la ambición se encuentra con el talento

Nuestra anterior reseña fue de El Santuario de Gondwana, un álbum independiente de por sí pero cuya historia comienza en una aventura anterior: Los Sarcófagos del Sexto Continente, también escrito por Yves Sente, dibujado por André Juillard y coloreado a mano por Madeleine de Mille. Hoy ponemos el foco en el primer tomo de ese díptico, titulado La Amenaza Universal y publicado por primera vez en 2003.


Este álbum siempre ha causado cierta polémica porque es, sin lugar a dudas, uno de los más rompedores de la serie. Edgar P. Jacobs nunca exploró demasiado la biografía de Blake y Mortimer: la esbozó en sus memorias, Una Ópera de Papel, pero en sus álbumes no llegó a incluir más que algunas referencias dispersas (las amistades de Mortimer con el profesor Bey, el profesor Sato y otros, por ejemplo). Sin embargo, Yves Sente va mucho más allá, y en este volumen dedica una veintena de páginas a la juventud de Philip Mortimer, incluyendo intrigas, historias de amor y hasta un encuentro con Mahatma Gandhi. Mucho se ha debatido sobre si esto fue acertado o no, pero a mi juicio enriquece a los personajes, aportando credibilidad y abriendo nuevas posibilidades para la trama.


Por lo demás, el guion de Sente maneja con destreza diversos temas, desde la ciencia ficción hasta la historia, pasando por la propia intriga policíaca. La elección de la Exposición Universal de Bruselas como ambientación es excelente: no sólo es un telón de fondo inigualable para una aventura de los dos héroes, sino que hace que las secuencias de acción del final del álbum sean mucho más espectaculares. Sente también rescata del olvido a Nasir, el guerrillero de El Secreto del Espadón convertido en criado, que aquí recupera cierto protagonismo como agente del gobierno indio. Pero quizás lo más interesante de su guion es que incorpora a la Antártida y, con ella, ciertos sarcófagos que juegan un papel clave en El Santuario de Gondwana... y por supuesto en esta obra. Un invento muy original y que da mucho de sí, como veréis aquellos que leáis el álbum.


En cuanto al aspecto gráfico, después de sus fallos en La Maquinación Voronov (las caras de los personajes en muchas de las planchas tienen gestos forzados y poco reconocibles), Juillard tiene aquí un trazo mucho más seguro. El dibujante francés sienta las bases para su estilo en álbumes posteriores, recurriendo a viñetas más grandes y brindándonos algunas planchas y viñetas espectaculares, mostrando su talento tanto en el bullicio de la India como en la variedad de Bruselas. Como los volúmenes más recientes de la serie están coloreados a ordenador, siempre es una delicia leer uno que fue coloreado a mano, con tonos más agradables y a la vez más realistas.


En suma, se trata de un álbum ambicioso, en el que Sente sabe utilizar el pasado de los dos héroes para construir una trama dinámica y diversa, mientras que Juillard se luce con planos, paisajes y personajes y de Mille deja claro, una vez más, por qué es una referencia en el mundo del color.

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