La Maquinación Voronov: una gran oportunidad perdida

Tras nuestro artículo sobre La Extraña Cita, hoy continuamos con nuestra serie de reseñas poniendo el foco en la segunda continuación de Blake y Mortimer, y la última que salió a la venta el pasado siglo: La Maquinación Voronov, el primer álbum del tándem de Yves Sente (guion) y André Juillard (dibujo). ¿Es, como se suele afirmar, una de las mejores continuaciones de la serie? ¿O podría haberlo sido si ciertas decisiones se hubiesen tomado de forma diferente?


Antes de entrar en materia, conviene aludir brevemente a la propia creación del álbum, que, cuando Dargaud dio luz verde a la continuación de la serie tras la muerte de Jacobs, ni siquiera estaba previsto. Con el éxito de El Caso Francis Blake, el primer álbum de la serie que no había sido escrito o dibujado por el artista belga (contó, en cambio, con un guion de Jean Van Hamme y un dibujo de Ted Benoit), la editorial optó por acelerar el ritmo de publicación de nuevas aventuras. Como Benoit necesitaba varios años para acabar cada álbum, Dargaud optó por crear un segundo equipo de autores, con Yves Sente a cargo del guion y André Juillard a cargo del dibujo. Fruto de esta decisión surgió La Maquinación Voronov, publicada en el año 2000, y la colaboración entre ambos ha continuado en los últimos años, dando pie al díptico Los Sarcófagos del Sexto Continente, y a los álbumes El Santuario de Gondwana, El Juramento de los Cinco Lores, El Báculo de Plutarco y El Testamento de William S.; hay, incluso, un nuevo álbum de los dos autores en preparación, del que hablaremos próximamente...



En lo que respecta al guion, está claro que la editorial tomó la decisión adecuada. En esta aventura, Sente lleva a los dos héroes a un país con un inmenso potencial: la Unión Soviética, que ha servido ya como trasfondo de decenas de intrigas y que casa perfectamente con el estilo de la serie. Además, firma una trama muy dinámica, con constantes giros y tan cargada de contenido que algunos guionistas habrían preferido dividirla en dos tomos; no obstante, condensarla en uno evita que haya secuencias demasiado tediosas y mantiene al lector enganchado desde la primera hasta la última página.



Sin embargo, el verdadero problema del álbum está en el dibujo y en el color. Juillard, que ha firmado planchas extraordinarias en sus álbumes posteriores, tiene en esta entrega un trazo inseguro, con decorados en muchos casos mejorables y, sobre todo, con personajes poco conseguidos (valgan como ejemplo las caras de Blake y Mortimer en las planchas 8, 28 o 45, por citar solo algunas). En cuanto al color, Didier Convard emplea unos tonos demasiado artificiales, que carecen de la naturalidad del coloreado manual pero que a la vez no consigue realzar el dibujo (como sí lo han conseguido Laurence Decroix, Chantal de Spiegeleer, Madeleine de Mille y Philippe Biermé, que recoloreó todos los álbumes de Jacobs).



Lo más triste de todo esto es que no tendría por qué haber sido así. A la hora de seleccionar al dibujante que habría de ilustrar el guion de Sente, Dargaud barajó varios candidatos; entre ellos, René Sterne, autor de la serie Adler y que, años más tarde, dibujaría el primer tomo de La Maldición de los Treinta Denarios, que dejó inacabado al fallecer en 2006 y que finalmente completó su viuda, Chantal de Spiegeleer. Sterne presentó varios estudios de personajes, una plancha de prueba y hasta un proyecto de portada (coloreado por De Spiegeleer), todos ellos con un trazo magistral, un equilibrio entre el estilo de Jacobs y el toque personal del autor que, junto al guion de Sente y al coloreado de su propia mujer, podría haber dado lugar a un álbum excepcional.


Extracto de la plancha de prueba presentada por René Sterne para dibujar La Maquinación Voronov.

Y no solo eso, podría haber dado lugar a varios álbumes completos de Blake y Mortimer dibujados por René Sterne, antes de que falleciese en 2006 y nos dejase con apenas una treintena de planchas de la serie, verdaderas joyas que muestran el éxito que podría haber tenido una participación más amplia del autor en la serie. Es por ello que, si bien el guion de esta aventura es excelente, el álbum en sí es una gran oportunidad perdida, un álbum con el que, frente a un Juillard que aún no se había hecho del todo con los personajes, René Sterne podría haber firmado una verdadera obra maestra.



Comentarios

  1. Si bien es cierto que juillard no está en su mejor momento y que Sterné hubiera realizado un trabajo formidable, el álbum me sigue gustando en su totalidad, incluyendo el dibujo. Con los ejemplos posteriores de juillard y la triste historia de Sterné es cierto que en cierto modo se perdió una gran ocasión.

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